junio 27, 2010

Los tiempos del Salón México

Montaje preliminar
Salón México, en el Metropólitan

En enero se presentará la obra completa, afirma Arturo Peniche

JAIME WHALEY

Un espléndido ejercicio estético resultó el montaje preliminar de la obra Salón México, el pasado jueves, en el teatro Metropólitan.

La obra, que se pretende dar a conocer completa en los primeros meses de 2003, recrea una noche de aniversario del popular centro de esparcimiento, ya desaparecido, al que se conocía como La catedral del danzón, ritmo que, dicen los que saben, es la realización vertical de un deseo horizontal. La escena representada, concretamente, se ubica el 20 de abril de 1934, cuando se monta en el escenario un concurso de baile.

La función del jueves, una de dos que inicialmente se tenían programadas -la segunda, proyectada para el viernes, tuvo que cancelarse debido a compromisos del elenco-, fue propiamente el prolegómeno de lo que la empresa intenta montar.

Libro sobre la historia del salón

"Creemos que para enero ya debe de estar lista la obra en su totalidad", señaló Arturo Peniche, de la empresa Promatco, que a la par del montaje de la obra presentó un libro sobre la historia del México.

La obra, melodrama que tiene como parte fundamental un concurso de danzón en el que se siguen las reglas de que la pareja debe bailar en un espacio de 70x70 centímetros con cinco dedos de separación entre sus cuerpos y pasos de punta y tacón, sin levantarlos más de tres centímetros, fue preparada por la coreógrafa Beatriz Cecilia, quien también toma parte en el personaje de Amira, la dama rica que asiste al México por un romance que sostiene con el Dandy, uno de los tantos gigolós que frecuentaban el sitio y cuyos amores se disputa con Celesta, la fámula de barrio y excelente bailadora.

La función del jueves se vio distinguida con la presencia de luminarias como Tongolele y María Rojo, entre otras, quienes al concluir la trama aceptaron la invitación para subir al escenario y reventarse un clásico danzón, interpretado por Dimas, que tiene a su cargo el respaldo musical en la obra.

Al final, la durable Tongolele aceptó que el danzón "es sabroso", aunque se disculpó y dijo no recordar si alguna vez había asistido al Marro, como también se conocía al México. "De veras yo no salía ni a la calle, era exclusiva del (teatro) Follies", aseveró.

Buen montaje; hay detalles de la época

La obra está bien montada, con sus coloridos vestidos de época, buenos bailarines -consiguieron parejas que bailan semanalmente en distintos salones-, y hasta se presentan detalles como un vehículo de esos años, un flamante Packard que es propiedad del Museo del Automóvil.

El libro, que recoge testimonios de gente como José Luis Cuevas, -quien confesó que era asiduo visitante al salón y dijo que del danzón debería exponerse más entre los jóvenes que ahora escuchan una "música horrible"-, se pondrá a la venta en los próximos días.